
Javier Milei analiza cambios en su discurso y prepara una oferta para Macri Descripción detallada: Javier Milei insiste en que el dólar está caro, comienza a revisar errores personales, baja retenciones y busca sumar a Macri.
Javier Milei sigue convencido de que el valor actual del dólar oficial no refleja los fundamentos reales de la economía. Según sus palabras más recientes, el billete estadounidense debería estar entre los 900 y 1000 pesos, lejos de los 1375 con los que cerró el viernes pasado. Así lo dejó entrever durante una charla con su entorno y economistas cercanos como Federico Furiace, integrante del Ministerio de Economía y del directorio del Banco Central.
Durante el fin de semana, Milei reiteró que no ve motivos reales para que el dólar siga escalando. Además, aseguró que esta suba no debería trasladarse de forma automática a los precios en góndolas. La inflación, según su visión, no debería acelerarse por este movimiento.
Pero más allá del terreno cambiario, el presidente también expresó plena confianza en sus chances políticas. Cree firmemente que La Libertad Avanza va a imponerse en la provincia de Buenos Aires, tanto en las elecciones del 7 de septiembre como en la segunda vuelta del 26 de octubre.
Sin embargo, el dato más llamativo de las últimas horas no fue ni económico ni electoral, sino personal. Milei habría comenzado a reconocer, aunque en voz baja, que para mejorar necesita revisar sus propios errores. No solo los técnicos, sino también los vinculados a su estilo y decisiones personales.
En el libro recién publicado “Tratando de entender el fenómeno Milei”, los economistas Juan Carlos de Pablo y Ezequiel Burgo logran arrancarle algunas frases reveladoras. Por ejemplo, al preguntarle si le pesa ser presidente, Milei responde que no, que incluso le gusta. Aunque admite que Macri le recomendó dormir más y él no le hizo caso. “Duermo cuatro o cinco horas”, contó, y agregó que toma un inductor de sueño liviano, como hacen millones de argentinos.
Otra confesión significativa aparece cuando le preguntan cómo se lleva con el error. “Si me equivoco, corrijo”, respondió sin rodeos. Esa frase, aunque breve, puede marcar un cambio en su forma de conducir.
Mientras tanto, entre bastidores, Milei prepara una jugada fuerte: ofrecerle un cargo relevante a Mauricio Macri. No como embajador o figura decorativa, sino como alguien con capacidad de representar a la Argentina en el plano internacional. Según el entorno de Milei, le gustaría que el expresidente tuviera un rol destacado vendiendo el país al mundo.
Macri, por su parte, también se habría movido. Le habría dicho a alguien de confianza que está dispuesto a hacer “el último gran esfuerzo” para que Milei tenga un resultado electoral óptimo y pueda encarar las reformas estructurales pendientes.
Ambos equipos están ajustando una propuesta de alianza formal. Dicen que se trata de una oferta “imposible de rechazar”. Mientras tanto, Milei avanza con el veto a un paquete de leyes que, según él, afecta su plan económico. Si el Congreso lo rechaza, está dispuesto a judicializar la medida.
Al mismo tiempo, empieza a mostrar una autocrítica sobre sus métodos. Entiende que repetir ciertas fórmulas, sobre todo en comunicación, puede volverse contraproducente. Un ejemplo: muchos conocieron el “principio de imputación de Menger” por sus charlas con Fantino. Pero los chistes con doble sentido o frases agresivas, según expertos, pueden desgastar su imagen.
Frases como “la pastelera le llenó de crema” o acusaciones de “romperle el culo a los argentinos” pueden funcionar ante cierto público, pero hoy se difunden por todos lados de forma inmediata. Ya no hay espacio para segmentar mensajes: lo que se dice en una radio termina viralizado en redes y portales de noticias en cuestión de minutos.
Sin embargo, el formato no siempre le juega en contra. En economía, su estilo directo y en coordinación con su equipo genera confianza. Se sabe que ante crisis cambiarias, se reúne por horas con su gabinete, revisan teoría económica y salen al otro día con mensajes claros y unificados.
Ese orden y coherencia, incluso en la comunicación, es lo que le genera credibilidad. Algo que, según muchos, le faltó al gobierno de Macri. El problema es que ese mismo lenguaje que conecta con parte del electorado, incomoda al establishment.
Ejemplos sobran: Caputo dijo en tono informal “agarrá los pesos y comprá, no te la pierdas, campeón”, para insistir en que no hay fundamentos para una devaluación. Pero con el dólar arriba de 1370, muchos lo interpretan como una contradicción.
También anunció una baja de retenciones en términos técnicos, pero luego acusó de “asesinos de generaciones futuras” a quienes promueven el aumento del gasto. Su estilo, por momentos, mezcla precisión económica con furia verbal.
Milei defendía este enfoque diciendo que hablaba a públicos distintos. Pero ahora parece comprender que todo se mezcla. La televisión, las redes, los portales: cada frase se multiplica, se recorta, se resignifica.
Incluso cuando repiten que el dólar sube por “riesgo Cuca”, aludiendo a un posible regreso del kirchnerismo, saben que cada palabra puede influir. Milei aún conserva un activo valioso: dice y ejecuta. En un país presidencialista como el nuestro, eso sigue pesando.
Lo que viene podría marcar una nueva etapa. No solo por la economía o la política, sino por el aprendizaje. Porque, como dijo el propio Milei: “Si me equivoco, corrijo”. Y eso, en tiempos de incertidumbre, puede abrir una puerta que antes parecía cerrada.