
El cuarteto nació en Córdoba como expresión popular y se convirtió en una de las músicas más escuchadas de la Argentina.
El cuarteto es, sin dudas, uno de los géneros musicales más representativos de la cultura popular Argentina. Nacido en la provincia de Córdoba a fines de la década de 1930, este ritmo alegre y contagioso logró atravesar barreras sociales, generacionales y geográficas. Lejos de ser una simple música bailable, el cuarteto es un fenómeno cultural con una historia rica, compleja y en constante transformación.
Desde sus raíces italianas hasta las masivas presentaciones en estadios, el cuarteto ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. En esta nota repasamos su historia, sus protagonistas, su evolución y su impacto en la sociedad argentina actual.
Los orígenes: del tarantela al cuarteto característico
El nacimiento del cuarteto se remonta al año 1943, cuando el músico cordobés Leonor Marzano, junto a su grupo Cuarteto Característico La Leo, comenzó a fusionar ritmos europeos como la tarantela, la polca y el pasodoble con elementos del folclore local. El sonido inicial se basaba en cuatro instrumentos: piano, acordeón, contrabajo y violín, de ahí el nombre “cuarteto”.
La música era rápida, festiva y orientada al baile. Se tocaba en clubes barriales, fiestas populares y celebraciones familiares. Aunque al principio fue despreciado por los sectores más conservadores, con el tiempo ganó legitimidad como una expresión auténticamente cordobesa.
La popularización en los años 60 y 70
Durante las décadas de 1960 y 1970, el cuarteto comenzó a salir del ámbito local. Bandas como Cuarteto Berna y Cuarteto de Oro empezaron a recorrer otras provincias y a sonar en radios nacionales. La masificación fue acompañada por una transformación en el estilo: la incorporación de nuevos instrumentos (como el saxofón y la batería) le dio al género una sonoridad más moderna.
En este período aparece la figura que cambiaría para siempre la historia del cuarteto: Carlos “La Mona” Jiménez. Con su carisma, su voz inconfundible y su presencia escénica, “La Mona” transformó el cuarteto en un espectáculo de masas. Grabó más de noventa discos y, en la actualidad, sigue llenando estadios en todo el país.
El cuarteto en democracia: identidad y resistencia
Con la recuperación democrática en 1983, el cuarteto vivió una nueva etapa de expansión y consolidación. Las letras comenzaron a incorporar temáticas sociales, el género ganó espacio en la televisión nacional y surgieron nuevos referentes como Jean Carlos, Tru-la-lá, La Barra y Sebastián.
Pese a los prejuicios que aún existían en sectores de la crítica, el cuarteto se posicionó como una herramienta de identidad popular. Fue especialmente fuerte en los barrios humildes, donde funcionó como forma de expresión colectiva, desahogo emocional y construcción cultural.
El auge en los 2000: nuevos públicos, nuevas formas
A partir del año 2000, el cuarteto experimentó una fuerte renovación. Aparecieron artistas jóvenes como Ulises Bueno, Damián Córdoba y Banda XXI, que mezclaron el cuarteto con otros géneros como el pop, la cumbia y la electrónica. Además, el uso de internet y redes sociales permitió que las bandas llegaran a públicos más amplios y a otras regiones del país.
Las presentaciones en festivales, la producción de videoclips y la presencia en plataformas como YouTube o Spotify consolidaron la expansión nacional del cuarteto. Ya no era solo música de Córdoba: era parte del paisaje sonoro de toda la Argentina.
Un legado vivo: el cuarteto en la actualidad
Hoy, el cuarteto es un género activo, diverso y en permanente evolución. En 2023, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Legislatura de Córdoba. Además, el fenómeno sigue siendo objeto de estudios académicos, documentales y producciones artísticas.
Carlos “La Mona” Jiménez, con más de 50 años de trayectoria, continúa siendo un ícono. Su show en el estadio Monumental de River Plate en 2022 fue un hito histórico: la primera vez que el cuarteto se presentó en ese escenario emblemático del rock y el fútbol.
También hay una presencia femenina cada vez más fuerte. Artistas como Magui Olave, Lore Jiménez y Eugenia Quevedo abren el camino en un género históricamente dominado por varones.
Conclusión
El cuarteto no es solo música para bailar: es una forma de identidad, una historia de lucha, una celebración de la vida cotidiana. Surgido en los márgenes y muchas veces despreciado por la élite cultural, hoy es reconocido como parte del patrimonio argentino.
Más allá de los nombres, los escenarios o los estilos, el cuarteto conserva su esencia: una música que une, que emociona y que sigue viva en cada barrio, en cada fiesta, en cada rincón del país. Y como canta “La Mona”, “quien se ha ido no se ha ido, si en la sangre lleva cuarteto”.