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El insomnio crece en Argentina por la inseguridad, el estrés y la pobreza

Un estudio revela que el 50% de los argentinos tiene problemas para dormir bien. Estrés, inseguridad y pobreza, entre las causas principales.

sábado, 2 de agosto de 2025

/ Redacción

El descanso nocturno está en crisis: millones de argentinos duermen mal o casi nada.

Dormir dejó de ser una función natural para transformarse en un desafío diario. Según un informe de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño (AMSUE), el 50% de los argentinos reconoce que no logra descansar bien. El insomnio, lejos de ser un problema individual, se volvió un síntoma colectivo, atravesado por factores como el estrés, la inseguridad y el contexto económico.

El dato más preocupante es que no se trata de una sensación pasajera. La falta de sueño afecta la salud física y mental, la capacidad de tomar decisiones, el estado de ánimo, la memoria y hasta la esperanza de vida. El descanso no es solo una pausa: es una necesidad biológica. Pero hoy, para millones de personas, cerrar los ojos no garantiza nada.

Los datos desagregados del estudio muestran que las mujeres, los adultos mayores y quienes se identifican como parte de la clase baja son los grupos más afectados. En promedio, las mujeres duermen 28 minutos más que los varones, pero también son quienes más reportan dificultades para conciliar el sueño en contextos adversos.

Para el doctor Facundo Nogueira, neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, el estrés es uno de los mayores enemigos del sueño. “Lo que necesita el cuerpo al dormir es bajar revoluciones: frecuencia cardíaca, presión, temperatura y pensamientos. Pero en situaciones de estrés, pasa lo contrario: hay hiperactividad mental y física que impide relajarse”, explicó.

El descanso nocturno está en crisis: millones de argentinos duermen mal o casi nada.

Y agregó: “El insomnio muchas veces se produce porque la cabeza no para. Cuando uno se despierta a mitad de la noche, lo primero que hace el cerebro es volver a pensar en lo que lo preocupa. Esa ‘rumiación’ de pensamientos genera más ansiedad, más tensión… y el sueño se pierde”.

El insomnio no responde solo a causas emocionales. También hay factores hormonales. Nogueira señaló que las mujeres, especialmente después de la menopausia, tienen más probabilidades de desarrollar trastornos del sueño, como insomnio o apnea. Esto se debe a que las hormonas sexuales femeninas cumplen un rol importante en la calidad del descanso.

Con la edad, además, disminuye la producción natural de melatonina, la hormona que regula el sueño. A los 70 años, una persona genera solo el 10% de la melatonina que producía en la adolescencia. Por eso, es común que el sueño sea más corto, más liviano y más fragmentado en los adultos mayores. Muchas veces, se compensa con siestas prolongadas durante el día, retomando un patrón de sueño bifásico.

Por otro lado, la inseguridad también aparece como una causa de desvelo. Una encuesta realizada por la empresa Verisure reveló que el 55% de los argentinos considera que su barrio es más inseguro que hace un año. Entre quienes sufrieron robos, el 56% afirma que hubo violencia, y la mayoría no contaba con sistemas de seguridad en sus casas.

Carlos Beltrán Rubinos, director de Operaciones de Verisure, indicó que la sensación de vulnerabilidad en el hogar afecta directamente el descanso. “Dormir implica bajar la guardia, y si una persona se siente expuesta, le cuesta alcanzar ese estado. En cambio, sentirse protegido reduce el nivel de alerta y permite relajarse”, explicó.

Después de un hecho traumático, muchas personas toman medidas concretas. Más de la mitad de los encuestados colocó sistemas de seguridad tras ser víctimas de un robo. La relación entre bienestar emocional y sensación de seguridad es directa, sobre todo cuando se trata de descansar.

Las condiciones de vida también influyen: hacinamiento, viviendas precarias, falta de climatización o vivir en zonas peligrosas crean un entorno que atenta contra el sueño. “Dormir en una casa donde hace mucho frío o calor, o donde uno siente que puede pasar algo, es muy difícil. El cuerpo no se puede relajar si está en alerta”, indicó Nogueira.

El insomnio afecta no solo a nivel individual, sino social. “Dormir mal influye en la capacidad intelectual, en el humor, en la convivencia. Aumenta el riesgo de enfermedades y reduce la calidad de vida. Por eso, mejorar el sueño no es solo un objetivo personal, también debe ser una meta de salud pública”, advirtió.

Desde la medicina, se insiste en que el descanso debe ser tan prioritario como la alimentación o la actividad física. El doctor Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas, recuerda que la Academia Americana del Corazón incluyó al sueño entre los ocho pilares esenciales para una vida saludable.

Para mejorar la calidad del descanso, los especialistas recomiendan evitar pantallas antes de dormir, reducir el consumo de alcohol, cafeína y comidas pesadas durante la noche, y crear un ambiente oscuro, fresco y silencioso en la habitación. También se sugiere realizar actividad física durante el día y, en caso de persistir los problemas, consultar al médico.

Finalmente, los profesionales coinciden en que la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a romper el ciclo del insomnio. Pero advierten que, además de las herramientas individuales, es necesario actuar sobre las causas estructurales: pobreza, estrés crónico e inseguridad. Porque, aunque dormir parece simple, requiere algo tan escaso como la tranquilidad.

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