
Turistas fueron grabados mientras pintaban rocas en Potrerillos, desatando repudio en redes sociales.
La justicia de Mendoza identificó a las personas que realizaron pintadas sobre formaciones rocosas en Potrerillos, una zona turística y ambientalmente protegida al oeste de la provincia. El hecho, captado en video por un automovilista que pasaba por el lugar, se viralizó en redes sociales y desató una causa judicial por daño ambiental.
Los nombres “Stela, Grachu, Gui, Mari y Moni” quedaron grabados en la piedra y también en el expediente judicial. Gracias a esa inscripción, las autoridades lograron ubicar a los responsables, que serían oriundos de la provincia de Buenos Aires y habrían estado en Mendoza hasta el 18 de julio. Según trascendió, uno de los involucrados tendría el apellido Pérez.
El episodio ocurrió en cercanías del dique Potrerillos, sobre la Ruta Nacional 7, y fue registrado desde un auto por un turista que no dudó en grabar lo que estaba presenciando. Las imágenes fueron publicadas en la red social X (antes Twitter) y rápidamente se difundieron por todo el país.
La jueza Viviana Fernández tomó intervención de oficio y derivó la causa al juzgado de la doctora Constanza Domínguez. El caso está siendo evaluado bajo el Código Contravencional de Mendoza, que contempla sanciones importantes ante la alteración del entorno natural.
La legislación provincial establece multas que, en este tipo de infracciones, pueden alcanzar hasta los $21 millones. Se trata de una cifra que busca desalentar acciones que atenten contra espacios protegidos, especialmente en lugares de alto valor turístico y ambiental como Potrerillos.
Cuando el conductor del vehículo se detuvo para encarar a los turistas, la reacción quedó registrada. En el video se escucha al hombre decirles con indignación: “Te voy a escrachar en todos lados”. Los implicados, sorprendidos por la grabación, se justificaron diciendo que no sabían que estaba prohibido pintar sobre la roca. “No sabíamos”, repiten. El automovilista les contesta: “Es la naturaleza, viejo, no se raya la naturaleza”.
La escena terminó en un cruce verbal con insultos, pero también dejó en evidencia la falta de conciencia ambiental en algunos visitantes. Pese a las disculpas reiteradas de los responsables, el daño estaba hecho.
El caso generó un rechazo masivo en redes sociales, donde cientos de usuarios compartieron el video y exigieron sanciones ejemplares. Para muchos mendocinos, Potrerillos representa uno de los puntos naturales más emblemáticos de la provincia, y este tipo de acciones no solo perjudican la imagen del lugar, sino también su preservación a futuro.
Desde la Justicia se confirmó que los autores fueron identificados y que la investigación sigue su curso. Mientras tanto, la posibilidad de una multa millonaria permanece firme, amparada por el marco legal vigente.
Este episodio volvió a encender el debate sobre el cuidado de los espacios naturales y el rol de los turistas en su conservación. En muchos casos, la falta de información o de señalización no alcanza como excusa cuando el sentido común debería bastar.
Para quienes visitan destinos como Potrerillos, no se trata solo de disfrutar del paisaje, sino también de preservarlo. Algo que, en este caso, no ocurrió. Las pintadas pueden parecer inofensivas, pero el impacto que generan sobre el ecosistema, la estética del lugar y la conciencia colectiva es profundo.
En los últimos años, Mendoza ha promovido campañas de concientización para evitar estos actos, pero aún persisten episodios de vandalismo en áreas protegidas. Esta situación podría ser un punto de inflexión si se aplican las sanciones máximas previstas por la ley.
Mientras tanto, en redes sociales, la frase “no se raya la naturaleza” se volvió una especie de lema espontáneo para quienes defienden la preservación del entorno. Muchos usuarios la replicaron en posteos que exigían “más respeto y menos daño”.
Este caso podría terminar siendo un precedente importante. No solo por la posible sanción económica, sino porque vuelve a poner sobre la mesa un tema que muchas veces pasa desapercibido: la responsabilidad individual frente a lo colectivo, y el respeto por aquello que no nos pertenece, pero que todos compartimos.