
Cinco años después del Brexit, el Reino Unido enfrenta un escenario económico más débil, con caída del comercio, menor inversión y desafíos estructurales.
Un cambio histórico en la política comercial del Reino Unido
El 31 de enero de 2020 se concretó oficialmente el Brexit, marcando la salida del Reino Unido de la Unión Europea tras 47 años de membresía. La ruptura supuso una transformación profunda en las relaciones económicas, políticas y comerciales del país con sus vecinos europeos.
Desde entonces, el Reino Unido dejó de formar parte del mercado único y la unión aduanera, lo que implicó nuevos controles fronterizos, regulaciones sanitarias, y barreras técnicas al comercio. A pesar del acuerdo de libre comercio firmado en 2020, los flujos comerciales se han visto gravemente afectados.
El comercio exterior, el gran afectado
Uno de los impactos más visibles del Brexit ha sido la caída en el comercio con la Unión Europea, que antes representaba cerca del 50 % de las exportaciones británicas. Según la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido (ONS), las exportaciones al bloque europeo cayeron un 15 % en términos reales entre 2020 y 2023.
Los sectores más golpeados incluyen la industria pesquera, los alimentos perecederos y las manufacturas, especialmente pequeñas y medianas empresas que enfrentan mayores costos y burocracia. Las importaciones también disminuyeron, afectando cadenas de suministro que antes eran integradas con Europa.
La inversión extranjera directa muestra señales de debilidad
El Brexit generó incertidumbre en los mercados internacionales. Desde el referéndum en 2016, la inversión extranjera directa (IED) en el Reino Unido se ha desacelerado. Aunque Londres sigue siendo un centro financiero global, muchos inversores han buscado alternativas dentro de la Unión Europea, especialmente en países como Países Bajos, Irlanda y Alemania.
Empresas multinacionales, como Nissan y Honda, han anunciado cierres o reducciones de operaciones en territorio británico. Al mismo tiempo, varios bancos internacionales trasladaron oficinas y personal a ciudades como Frankfurt y París para mantener el acceso al mercado único europeo.
Impacto en el crecimiento económico
El crecimiento económico del Reino Unido ha sido más lento en comparación con sus pares europeos desde 2020. El Banco de Inglaterra estima que la economía británica es actualmente un 4 % más pequeña de lo que sería si hubiera permanecido en la Unión Europea. La productividad también ha mostrado un desempeño más débil.
A esto se suma el impacto de la pandemia de COVID-19 y la inflación global, pero economistas coinciden en que el Brexit ha tenido un efecto estructural negativo. La salida del mercado común redujo la competencia, limitó el acceso a talento extranjero y encareció el comercio de bienes y servicios.
El mercado laboral y la inmigración
La nueva política migratoria británica ha restringido la entrada de trabajadores europeos, afectando sectores como la agricultura, la construcción y la salud. La escasez de mano de obra se ha traducido en menores niveles de producción y aumentos salariales en algunos rubros, presionando los costos de las empresas.
Por otro lado, se han flexibilizado algunos visados para atraer talento calificado, especialmente en tecnología y servicios financieros, aunque los resultados han sido limitados en comparación con los flujos migratorios previos al Brexit.
Perspectivas a mediano plazo
El gobierno británico ha intentado compensar las pérdidas comerciales europeas con acuerdos bilaterales con países como Australia, Japón y Canadá. Sin embargo, estos convenios no igualan el volumen ni la fluidez del comercio con la Unión Europea.
En junio de 2023, el Reino Unido fue aceptado en el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), lo que marca una apuesta geoeconómica hacia Asia. No obstante, los beneficios económicos de esta estrategia aún están por verse.
Conclusión
Cinco años después del Brexit, el Reino Unido se enfrenta a una economía más frágil, con menor comercio exterior, debilitamiento de la inversión y un crecimiento inferior al de otras economías europeas. Si bien el país ha recuperado soberanía regulatoria, el costo económico ha sido considerable.
Las decisiones futuras en materia de política comercial, fiscal y migratoria serán determinantes para definir si el Reino Unido logra reconstruir su competitividad global en un mundo post-Brexit. Por ahora, los datos muestran que los desafíos superan ampliamente a los beneficios esperados.
Cinco años después del Brexit, el Reino Unido enfrenta un escenario económico más débil, con caída del comercio, menor inversión y desafíos estructurales.