
La evolución del traje de baño en Argentina acompaña los cambios sociales, culturales y de género desde comienzos del siglo XX hasta la actualidad.
Los inicios: recato, normas y primeras mallas
A comienzos del siglo XX, el traje de baño en Argentina estaba lejos de ser una prenda pensada para mostrar el cuerpo. Muy por el contrario, respondía a un ideal de pudor heredado de la moral victoriana. En aquellos años, tanto hombres como mujeres usaban mallas enterizas que cubrían el torso, los muslos y, en el caso de las mujeres, incluso los brazos.
Las primeras mallas femeninas eran de lana gruesa, pesadas, incómodas y poco prácticas para nadar. Las playas de Mar del Plata, por entonces el principal balneario del país, imponían normas estrictas de vestimenta. Estaba prohibido el uso de prendas que revelaran demasiado y había inspectores municipales que controlaban a los bañistas.
El traje de baño era más un símbolo de status y decoro que de moda. Ir a la playa era una actividad de la clase alta, reservada para paseos frente al mar y baños discretos, no para exponerse al sol ni practicar deportes acuáticos.
Cambios sociales y el avance del cuerpo visible
Con el paso de las décadas, las normas comenzaron a relajarse y los cuerpos empezaron a ganar protagonismo. En los años 30, el auge del cine y las estrellas de Hollywood influyó en la moda local. Actrices como Greta Garbo y Rita Hayworth popularizaron una estética más sensual, que llegó también a las playas argentinas.
En ese contexto, las mallas femeninas se acortaron, se comenzaron a ajustar al cuerpo y surgieron los primeros diseños en telas más livianas. La lycra y los tejidos sintéticos permitieron mayor comodidad y funcionalidad. Aunque aún eran enterizas, dejaban los brazos y parte de las piernas al descubierto, lo que marcó un quiebre respecto a las décadas anteriores.
En paralelo, también se afianzó el culto al cuerpo y al bronceado. Las publicidades de la época ya no hablaban de “baños de salud”, sino de “lucir bien”, y los balnearios se convirtieron en vitrinas donde la moda de verano marcaba tendencia.
La revolución de la bikini y su impacto en Argentina
La bikini fue creada oficialmente en 1946 por el diseñador francés Louis Réard, pero tardó algunos años en llegar a la Argentina. Su llegada no estuvo exenta de controversia: en la década del 50, su uso era mal visto por sectores conservadores y en muchas playas estaba directamente prohibido.
Recién en los años 60, con el auge del movimiento hippie, la liberación sexual y los cambios culturales a nivel global, la bikini comenzó a instalarse como símbolo de juventud y libertad. En Argentina, se asoció a la modernidad, la rebeldía y la ruptura con el modelo tradicional de mujer.
La década del 70 consolidó su uso masivo, aunque no sin tensiones. En ciertos balnearios más tradicionales, como Mar del Plata o Necochea, aún persistían reglas de decoro que limitaban los diseños. En cambio, en destinos emergentes como Villa Gesell o Pinamar, la bikini fue adoptada rápidamente por los jóvenes.
Los años 80 y 90: marketing, televisión y cuerpos ideales
Durante los años 80 y 90, el traje de baño se convirtió en un producto de marketing. Las marcas locales y extranjeras lanzaron colecciones exclusivas para el verano, y la televisión potenció la difusión de modelos y tendencias. Programas como VideoMatch o Verano del ’98 mostraban cuerpos esculturales y establecían un ideal hegemónico de belleza.
En ese período también se diversificaron los diseños: aparecieron las bikinis con corpiños triangulares, los culottes, las vedetinas, las tangas y los trikinis. Cada año traía una moda nueva que marcaba el pulso de la temporada.
Las revistas femeninas y los concursos de belleza en televisión reforzaron un modelo estético centrado en la delgadez, la juventud y el cuerpo tonificado. Aunque el traje de baño ganó en libertad de diseño, también se volvió una prenda cargada de presión estética.
El siglo XXI: inclusión, diversidad y tendencias actuales
En los últimos años, la moda de trajes de baño en Argentina experimentó una transformación profunda. El auge de los movimientos feministas, la visibilización de los cuerpos diversos y la crítica a los estereotipos impuestos por los medios cambiaron el panorama.
Hoy se habla de “moda inclusiva” y muchas marcas promueven líneas de trajes de baño para todo tipo de cuerpos, talles y edades. Las campañas ya no solo muestran modelos delgadas, sino también mujeres con cuerpos reales, pieles con celulitis, estrías o cicatrices.
Además, los diseños volvieron a incorporar las mallas enterizas, reinterpretadas desde una estética moderna. Se valoran la comodidad, la personalidad y la funcionalidad por encima del mandato estético.
Redes sociales como Instagram también juegan un rol importante. Influencers, diseñadoras independientes y activistas del cuerpo muestran otras formas de usar el traje de baño: como una prenda de empoderamiento y libertad, y no solo como objeto de seducción.
Conclusión: del pudor a la expresión personal
La historia del traje de baño en Argentina es también la historia de cómo cambiaron las normas, los cuerpos y las libertades. De las mallas de lana de comienzos de siglo a la bikini inclusiva del presente, cada etapa revela cómo la ropa de playa refleja los valores de su época.
Hoy, el traje de baño no es solo una prenda para nadar. Es una declaración de identidad, un campo de disputa simbólica y una herramienta de expresión personal. Y, como toda moda, sigue mutando al ritmo de los cambios sociales, culturales y tecnológicos.