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Cómo se vive el carnaval en el noroeste argentino: Tradición y alegría

El carnaval en el noroeste argentino es una fiesta ancestral llena de música, colores, ritos y alegría popular que une pueblos y culturas.

jueves, 10 de julio de 2025

/ Titular24

El carnaval del noroeste argentino combina música, devoción y cultura ancestral en una fiesta que une a las comunidades en cada pueblo.

Origen precolombino y mezcla con lo colonial

El carnaval que hoy se celebra en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y parte de La Rioja tiene profundas raíces prehispánicas. Mucho antes de la llegada de los españoles, las comunidades originarias de los Andes realizaban rituales agrícolas en honor a la Pachamama, la Madre Tierra. Las ceremonias marcaban el ciclo de la cosecha y el agradecimiento por la abundancia.

Con la colonización, estas expresiones culturales se mezclaron con elementos del calendario católico, especialmente con el tiempo litúrgico previo a la Cuaresma. El resultado fue una fusión singular que mantiene vivos los símbolos ancestrales, como el uso del copal, la chaya y la veneración a la Pachamama, con la inclusión de máscaras, desfiles, disfraces y bandas de sikuris.

El desentierro del diablo: inicio del carnaval

Una de las ceremonias más emblemáticas del carnaval norteño es el desentierro del diablo. Este acto ritual da inicio oficial a los festejos y se realiza en cerros o mojones, donde las comunidades guardan una figura simbólica del diablo desde el año anterior.

Al desenterrar al diablo, se “libera la alegría” contenida durante todo el año. Es un momento de explosión colectiva, donde la música de sikuris, el sonar de bombos, los colores del papel picado y la harina en el aire marcan el inicio del caos festivo. Durante ocho días, el diablo recorrerá las calles, danzará entre los comparseros y será parte esencial de los festejos.

Al finalizar el carnaval, se vuelve a enterrar al diablo en un ritual de recogimiento que marca el regreso al orden.

La música y la copla: alma del carnaval

En el noroeste argentino, la música es parte inseparable de la vida cotidiana, pero en carnaval adquiere un sentido comunitario y espiritual. Las coplas, cantos ancestrales improvisados en pareja o en grupo, se entonan al ritmo de cajas y bombos. Se canta al amor, al desamor, a la tierra, al vino, a la vida y a la muerte.

Las comparsas, formadas por vecinos y familias, desfilan con vestuarios artesanales, máscaras de diablos y banderas. En cada pueblo, la música tiene su sello. En Tilcara o Humahuaca, por ejemplo, los sikuris dominan la escena con sus melodías agudas y circulares. En Cafayate o en el Valle Calchaquí, predominan las vidalas y el canto colectivo.

El carnaval como expresión de identidad

Más allá del festejo, el carnaval en el noroeste argentino es una reafirmación de la identidad cultural andina y criolla. Es una forma de resistencia frente a la estandarización cultural, y una oportunidad para que las comunidades refuercen sus lazos sociales.

Los preparativos inician semanas antes con ensayos, confección de trajes, organización de las comparsas y rituales familiares. Las familias preparan comidas típicas como empanadas, tamales, humitas y bebidas tradicionales como la chicha o el vino patero.

El carnaval es también un tiempo de licencia social: se rompen jerarquías, se juega con el desorden y se permite el exceso. Pero todo eso ocurre dentro de un marco ritual que tiene reglas claras y un fuerte componente espiritual.

Turismo, economía local y desafíos

En las últimas décadas, el carnaval del norte se ha convertido en un atractivo turístico creciente. Miles de visitantes llegan cada año a Purmamarca, Tilcara, Humahuaca, Cachi y otras localidades para vivir la experiencia. Esto ha generado un impacto positivo en la economía regional, especialmente en el turismo rural, la artesanía, la gastronomía y la hotelería.

Sin embargo, el crecimiento también trajo desafíos. El aumento masivo de público ha puesto en tensión a comunidades que buscan preservar el sentido original de la fiesta. En muchos casos, se han creado circuitos paralelos o celebraciones más íntimas para mantener viva la esencia del carnaval tradicional.

El equilibrio entre el turismo y la autenticidad cultural es hoy uno de los principales debates en torno a esta celebración ancestral.

Un carnaval vivo, ancestral y actual

El carnaval del noroeste argentino no es una fiesta importada ni una celebración artificial. Es una manifestación viva, que mezcla lo pagano y lo religioso, lo ancestral y lo actual. Cada año, los pueblos del norte se transforman en escenarios de música, polvo, colores, emoción y memoria.

La fuerza del carnaval reside en su raíz profunda. No se trata de un espectáculo para ver, sino de una experiencia para vivir. Quien participa del carnaval en el norte no solo baila, canta o se disfraza: entra en una dimensión comunitaria, simbólica y afectiva que atraviesa generaciones.

Por eso, más allá de su belleza estética o de su valor turístico, el carnaval del noroeste argentino es, ante todo, una ceremonia de la vida.

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